Tirando del hilo se saca el ovillo
Otro cuento
Discutían dos personas sobre que era mejor, la verdad o la mentira. Uno mantenía que había que decir la verdad siempre, costara lo que costara, aunque te creara mil problemas. Y el otro decía que había que tener cuidado, que había que analizar la situación y deducir, de ella, cuál era la postura correcta.
Discutían y discutían y ya cansados, decidieron solventar el asunto preguntando a un tercero, al que tenían como más sabio, inteligente y sensato. Este oyendo a uno y otro, tras pensar y sopesar los argumentos, les contó la siguiente historia:
Una suegra fue a pasar unos días a la casa de su hija y, cosas de la vida, llevaba allí más de dos meses y no daba signos de quererse ir, ayudaba en lo que podía, y esa ayuda, empezó a hacer sus efectos. El matrimonio se empieza a mosquear, uno y otro. ¿Cuándo se va? ¿es que no entiende que ya se hace pesada?
Y, ni cortos ni perezosos, planean un plan maquiavélico para quitarse de encima a la mujer. Mira, dijo la mujer, esta noche, en la cena voy a poner una sopa. Tú dirás que esta sosa y yo, muy enfadada, te diré que está salada. Discutiremos a muerte y para salvar el asunto, inocentemente, preguntaremos a mi madre. Si dice que está sosa yo me cabreo y, poco más o menos, le digo que se marche a su casa. Si dice que esta salada, hacemos lo mismo, pero a la inversa.
Y dicho y hecho. Llegó la cena, empezó la discusión, subió de tono y cuando parecía que aquello iba a explotar, preguntan a la madre. Esta, muy modosita, coge la cuchara, prueba la sopa, la saborea, se toma su tiempo, y, como quien no quiere la cosa, responde en un hilo de voz, “Pues a mí me gusta”
¿Quién dijo miedo? A pensar que es cosa muy sana