Del péndulo, los individuos y las vidas

Nada es inmutable, todo es perpetuo movimiento, las cosas cambian, se mueven, lo que nos era conocido torna súbitamente a algo ignoto, lo único que permanece por siempre, es el cambio. Es ley natural que nada es estático o para siempre, lo natural es el movimiento y la transformación continua. A veces en algo mejor, otras sin embargo en algo peor. Y esto también, de alguna forma, es natural y debemos asumirlo.

Hoy me dió visualizar un péndulo, no se por qué, podría haberme levantado y pensar en como crecen las ramas de los setos que tengo que cortar, en lo variable del tiempo o simplemente que me pasé con el azúcar del café que me estoy bebiendo. Son los misterios del diálogo interno incesante y en algunos casos agotador que tenemos dentro.

Este precepto aplica a cada rincón y partícula del universo que conocemos y, por tanto, inevitablemente, aplica al ser humano y a su andar oscilante por la vida. Podemos notar esto de una forma mas palpable en los atribulados días que vivimos ultimamente. Ese abuelo o padre que siempre había estado ahí ya no está, se lo llevó la pandemia. Esa rutina de tercer viernes se transforma en otra cosa alternativa. Esa forma de comunicar y socializar con amigos y familiares, cambia irremediablemente y encuentra el cauce para ayudarnos a sobrellevar una nueva situación.

Péndulo

Un péndulo si, vaya cosa. Pero me dió por hacer analogías entre este sistema físico y la vida de las personas o de la forma de actuar de los individuos, cada uno con su dicha, condena o penitencia personal.

Péndulos como personas y tipos de vida los hay de varios tipos. Hay péndulos, vidas y personas simples que solo están ahí, se balancean y hacen lo que se espera de ellas sin más. Hay otros compuestos, que al igual que este tipo de péndulo simplemente realizan la misma labor que el péndulo simple, pero hacen de su vida y de su forma de interactuar con otros algo muy complejo, borroso y al final poco eficiente y motivador.

Existen péndulos cicloidales, como vidas que en el vaivén de su existencia pasan del éxito al fracaso, de la felicidad al desaliento, a veces, en la mayoría de los casos, estos cambios son motivados por efectos externos sobre los que poco o nada se puede hacer. En otros casos, simplemente motivado por decisiones absurdas o erradas. Yo personalmente me quedo con la porción de tu destino sobre la que puedes influir, si la vida te da morcillas, siempre se puede organizar una barbacoa entre amigos.

El truco quizás está en verle el lado positivo a lo que tienes frente a ti y transformarlo en algo productivo, saber vivir y reaccionar con la herramientas y recursos que tienes y hacer que brille el sol incluso cuando vienen mal dadas.

péndulo de Foucault

Siguiendo con los péndulos, sus variantes y analogías, el péndulo de Foucault, devuelto a la fama por el semiólogo Umberto Eco a mediados de los 80´s. Este es el tipo de péndulo racional, empírico, el que demuestra las cosas por sus acciones, el funcional, el que pretende mostrar a los otros con hechos palpables que la tierra se mueve.

Quizás este tipo de individuo es el que basa sus convicciones en el ensayo, en la prueba, en lo probable. Alejado al extremo de aquellos individuos que levitan a medio metro del suelo y que tratan de convencer al resto de que es un ser iluminado y tocado por el dedo divino.

¿Qué decir del péndulo balístico? Este péndulo tiene un objetivo claro y calculado. No se resistirá a conseguir sus objetivos y para ello son tendrá ningún reparo en ofrecer una posición agresiva o belicosa. Lo importante para ellos es llegar, no importa cómo.

Este tipo de vidas o existencias que está en constante disconformidad con lo que le rodea y considera que todo o exterior es un enemigo en potencia. Quizás estos modelos de vida acaban irremediablemente en un rincón solitario, como el arpa de Bécquer, meditando sobre la estupidez de sus acciones pretéritas. Todo lo que queda a su alrededor el terreno baldío y desolado, tierra quemada por sus acciones.

Dibujo creado por un péndulo

Ya voy terminando, quedan dos tipos de péndulo. El siguiente es sin duda el que más me desconcierta, nunca sabes por donde cogerlo, es el tipo de individuo que igual te suelta una sonrisa que al día siguiente te premia con un desaire. El péndulo de torsión como ejemplo de esas vidas que no se han definido, esas que cambian de rumbo alocadamente sin objetivo claro sin un plan sobre como utilizar los minutos de oro que tenemos sobre este mundo.

Finalmente, el péndulo esférico. El péndulo ideal, sin fricciones, redondo aerodinámico lo tiene todo para el éxito en la vida, todo le ha venido dado por la mano divina de la matemática teórica. Reluce y refleja en su superficie pulida todo lo que le rodea. Es amplio en sus movimientos por sus grados de libertad recibidos. Todos quisieran ser como el, pero a la vez es objetivo de críticas y reproches.

Quizás este péndulo no es plenamente consciente de lo afortunado que es y por ello a veces incapaz de entender la lucha de los péndulos que le rodean. Este péndulo es en potencia capaz de hacer lo que se proponga, lo tiene todo de su lado.

De alguna forma, la capacidad de ser o no, únicamente depende de él. Moverse de la perfección matemática al caos está en su mano, misteriosamente, alguno de estos tipos de péndulos, acaban en el lado oscuro de la incertidumbre cuántica. De cualquier forma, por propia decisión.

Que-es el péndulo de Foucault

No juzgo ni valoro a ninguno de los péndulos, cada uno de ellos decide que tipo de péndulo es, cómo quiere moverse en el mundo e interaccionar con otros péndulos. Lo anteriormente escrito no es sentencia ni juicio, es una simple expresión plástica de una analogía que puede resultar divertida o aterradora depende del lector.

Lo que si tengo claro, es que todos ellos juegan y cuentan con las mismas leyes físicas. Todos tienen una masa, una dirección de inicio en su viaje, algunos girarán en sentido horario o antihorario dependiendo del hemisferio en el que les toque vivir, todos tienen cadencia y un tiempo determinado y finito en el que se mantendrán en movimiento.

Todos afectados de la misma manera por la fuerza de la gravedad, sin importar clase, genero, estatus social, estudios o situaciones particulares. Todos pendientes de un punto superior, quizás con diferentes longitudes de cuerda, pero siempre un punto superior, por la necesidad humana de transcender y por tanto buscando un ente superior que los acune en sus miedos, la verticalidad de lo irremediable.

Todos oscilantes, en continuo movimiento, en transformación, en cambio en limitación de tiempo todos mutando y todos iguales en lo básico. Nada es para siempre.

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