Desolados por nuestra impotencia para que prevalezca en el mundo la fraternidad humana que brilla en nuestros templos, los masones españoles contemplamos consternados cómo Europa vuelve a revivir los estragos devastadores de la guerra en el siglo XXI.
El Gran Maestro de la Gran Logia de España, el Muy Respetable Hermano Óscar de Alfonso, mantiene desde ayer contacto permanente con el Gran Maestro de la Gran Logia de Ucrania, el Muy Respetable Hermano Anatoly Dymchuck, para conocer de primera mano la suerte que están corriendo nuestros Queridos Hermanos.
Nuestro primer pensamiento está con la población civil de Ucrania. La invasión militar del país por parte de Rusia transformará el corazón de Europa en tierra de paso de miles de seres humanos tratando de sobrevivir al terrible conflicto que se desarrollará en su tierra de origen.
Desde la Gran Logia de España pedimos a la comunidad internacional y especialmente a nuestra patria, a esa España que conoce en carne propia lo que es la emigración y el exilio, pero que también ha sido lugar de encuentro de diferentes razas y culturas, que sea generosa con sus deberes humanitarios de auxilio, asilo y acogida al hacer frente al éxodo de refugiados de Ucrania.
El espíritu de la destrucción se enseñorea en la Europa civilizada, olvidando los más elementales preceptos del derecho y la fraternidad. Por eso, nuestro segundo pensamiento es para todos los masones de Europa.
También ucranianos y rusos. La historia nos enseña que los masones empuñarán las armas con valor cuando así lo exijan sus deberes con la patria, pero serán incapaces de hacer suya la propaganda que deshumaniza siempre al enemigo para hacer más fácil el fratricidio de la familia humana.
Toda guerra constata el fracaso del genero humano para alcanzar sus sublimes ideales. Precisamente porque la Humanidad ha alcanzado ya la capacidad de darse a sí misma códigos de recta conducta, de esculpir en piedra con el cincel de su inteligencia virtudes éticas y morales compartidas, de soñar mundos de justicia y equidad, sociedades hospitalarias y perfectas, la tragedia de la guerra es el triunfo del más inhumano y monstruoso de los egoísmos posibles.
Recordemos al mundo las verdades comunes de la Masonería, la armonía interior ante la desarmonía exterior, la fraternidad en la cadena de unión como único horizonte concebible, incluso en las trágicas circunstancias que atravesamos.
Los masones practicamos el arte de conservar, en toda circunstancia, la calma y el equilibrio indispensables para una perfecta maestría de nosotros mismos. La desesperación no es admisible en nuestros templos.
Como masones, más que nunca, renovemos nuestro imperioso deber de trabajar por la fraternidad de las naciones. Seamos por principio, por ideal, por deber y por interés, luchadores infatigables de la paz entre los seres humanos.
«Comunicado Gran Logia de España» GLE