Tirando del hilo se saca el ovillo
Cambio de tercio, aunque dentro de la misma lidia.
Según la RAE integridad es “cualidad de integro”; e integro, “dicho de una persona: recta, proba, intachable”. Y todos estaremos de acuerdo que una persona que es recta, proba e intachable tiene, que no debe, que ser coherente; y la coherencia, cualidad del coherente, es, según la RAE, la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. En román paladino, una persona recta, proba e intachable no puede ser mentirosa.
Y es que esa coherencia, entre los principios que se dice profesar y las realizaciones, es esencial para que las relaciones sociales o interpersonales puedan desarrollarse adecuadamente, sencillamente las hace más transparentes. Su falta determina que los mensajes que se transmiten lleguen desfigurados y, en ese dialogo interpersonal o social, acabemos sin saber de qué estamos hablando. Por eso todos, al menos en principio, valoramos positivamente esa integridad, nadie negará que una sociedad de hombres veraces es mejor que una sociedad de hombres mentirosos.
Es cansino estar siempre interpretando esas medias palabras o cambios de criterio, en cuestión de días, de los personajes públicos; hoy blanco, mañana, negro, así no hay quien pueda. ¿No podemos exigir que estos personajes sean coherentes, sean rectos, probos e intachables? Por la posición que ocupan parece lógico que se les demande la excelencia.
¿Y en las redes sociales? Aquí, muchas veces, el remate del disparate, bajo la red invisible del anonimato las tropelías están servidas.
¿Soluciones? ¿Arbitrar medios legales que castiguen los atropellos? Cierto, existir deben existir. Pero me parece evidente que si, a ambos lados, no hay personas convencidas de que no deben hacer daño, de que deben ser rectos, probos e intachables, estaremos en las mismas.
Y es aquí donde interviene la educación. Va por ti, Leonardo. Educar para que las personas estén convencidas de que el hombre es digno de respeto, de que no se puede permitir la indignidad de la mentira, del bulo y de la calumnia. Y esto al margen de ideologías políticas o de cualquier otro signo. Todos debemos ser capaces, probos, rectos… pero, en mayor medida hay que exigir están cualidades a aquellos que llevan el volante.
Y termino con las palabras de Mateo en su evangelio, refiriéndose a unas palabras de Isaías, “De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, mas no percibiréis”.
A pensar, que es cosa muy sana.